Me presento, soy María Congost y formo parte del equipo del Centro de Psicología Araceli González. Me propongo escribir en el blog para que me vayáis conociendo y poder mostraros como es mi trabajo. Hoy os vengo a hablar de las creencias limitantes con una anécdota personal.
Hoy llevaba a mi hija al colegio, mientras ella hacía un resumen de un libro que se había tenido que leer. Me iba contando que unos se habían “encontrado” un huevo de dragón y que después cuando la dragona se había despertado, se había dado cuenta del “robo” y había quemado con sus llamaradas un castillo para demostrar su enfado. Al margen de desentrañar la historia que estaba bastante enrevesada, tengamos paciencia, que la niña tiene 9 años, me he quedado con este dato. Ella había usado dos verbos distintos, encontrar y robar, que implican dos formas de ver las cosas diametralmente opuestas y dos creencias, por lo tanto.
En nuestra vida nos encontramos con este tipo de conflictos cotidianamente. Por ejemplo, en la situación que os comentaba, desde mi punto de vista, mi hija no había hecho los deberes cuando debía y los estaba haciendo a prisa y corriendo en el coche. Pero desde el punto de vista de mi hija, lo que estaba haciendo era un ejercicio para subir nota, en un momento perfecto para practicar conmigo, mientras íbamos al colegio en el coche, y no tenía nada mejor que hacer.
Si no nos paramos a conocer el punto de vista de la otra persona, podemos reaccionar como la dragona, enfadándonos o soltando un sermón típico materno: “los deberes se hacen por la tarde”, “ya estás despistada”, “no te lo has apuntado en la agenda”, o cualquier otra cosa similar. Esto no mejorará posiblemente la situación, sino que la meterá en un callejón sin salida de la convivencia familiar.
Esto también nos ocurre frecuentemente en otros ámbitos de nuestra vida, búscalos en la tuya, con nuestros/as jefes/as, en la fila de la compra cuando alguien parece que se nos cuela, cuando discutimos con nuestra pareja, etc. Nos puede llevar a bloquearnos hasta el punto de necesitar ayuda porque estamos continuamente enfadados/as con el mundo y reaccionamos mal o bien no somos capaces de dar nuestra opinión, porque intuimos que no va a servir de nada.
″La realidad no es lo que nos sucede, sino lo que hacemos con lo que nos sucede». A Huxley
¿Qué se puede hacer?
Una forma de flexibilizar nuestras creencias es ponernos en los pies de los demás, intentar intuir su punto de vista, incluso ir un poco más allá y pensar lo que creerían cinco personas diferentes cuando se enfrentan a la misma situación, pero que en realidad no es la misma cuando la vemos con otros ojos. Las explicaciones que nos damos sobre los hechos se apoyan directamente en lo que nosotros/as pensamos o en lo que hacemos habitualmente.
Si esto no sirve y estamos perdidos/as en el laberinto de nuestras creencias, que muchas veces están obsoletas, habrá que pedir ayuda profesional, porque merece la pena poder flexibilizar la opinión o pensar de manera que nos permita disfrutar del día a día, sin vivir prisioneros/as de nuestras propias creencias limitantes.
En consulta, se analiza qué emoción está debajo de la creencia limitante y si es una dificultad o ya un trastorno establecido. Mediante el diálogo y una serie de prescripciones para casa, iríamos trabajando todas esas dificultades para conseguir una vida cotidiana mucho más satisfactoria.
Si tienes cualquier duda, deja tu comentario. Me encantará leerte.
María Congost. Tu psicóloga online.
Consulta Presencial en Madrid.
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